13 Abr El manantial común
En medio de un bosque, había un manantial que llenaba una gran laguna. Los animalitos del bosque se acercaban a beber: unas veces los ciervos, otras veces las cebras y también los pájaros. Incluso llegaban de otras zonas lejanas manadas de animales, donde la sequía era mayor. Pero a un lado de la laguna, donde se formaba una ciénaga, llegaron unos cocodrilos.
Un día un cervatillo se acercó para beber; un cocodrilo que estaba escondido tras unos matorrales, de un saltó cogió al pequeño e intentó engullirlo. Como no pudo lo intentó también con una cebra e incluso con un mono.
Los habitantes del bosque se asustaron y dejaron de ir a beber por miedo. El ciervo, que era respetado por sus grandes astas y su sabiduría, los escuchó discutir. Decidió reunirlos a todos y les dijo:
— He reflexionado y debemos de ir a beber, porque si no moriremos de sed.
— ¡Pero los cocodrilos nos atacarán! La culpa es de las cebras, que son muchas y despiertan a los cocodrilos con su ruido —gritó una hiena.
— ¡No es de las manadas que con su olor los atraen! —dijeron los patos asustados.
— ¡Hay que echarlos para que no vengan a beber! — dijeron los rinocerontes enfadados.
— El ciervo al ver cómo se peleaban los unos a los otros, les dijo:
— El problema no está en quién viene a beber, sino el miedo que nos da acercarnos al agua debido a los cocodrilos: no os confundáis.
— Pero los cocodrilos nos atacarán por culpa de ellos —relinchó el caballo.
— No, entre todos debemos buscar una solución. Juntos somos más fuertes y todos somos necesarios con nuestras cualidades.
— ¿Entre todos? ¿Cómo van a ayudar los pájaros? —protestó el mono.
— Ellos vigilarán si se acercan mientras construimos un muro entre ellos y nosotros. Debemos de ayudar con lo que cada uno pueda aportar.
— ¿Cómo puedo ayudar? —dijo el conejo entusiasmado.
— Corta hierbas con tus dientes y tráelas para formar con barro una pasta que amasarán los monos. Los que puedan que traigan troncos y algunos que lleven piedras con sus bocas. Y a los pequeños y a los más mayores, le construiremos un estanque más alejado para que beban más tranquilos, ya que no pueden correr rápido. Hay que proteger a los más débiles del bosque.
Los elefantes pusieron troncos que atravesaban la charca. Los pájaros se subieron a los árboles para avisar de la cercanía de los cocodrilos. Así fue como entre todos consiguieron que las familias se acercaran a beber. Lo hacían por turnos respetándose los unos a los otros.
Los cocodrilos al sentir hambre, intentaron pasar por los troncos, pero vieron que los rinocerontes, los esperaban detrás con sus grandes cuernos y los elefantes. Pasado un tiempo, huyeron de aquel lugar hacia otros lugares más lejanos. De esta forma, todos pudieron saciar su sed y quedaron a salvo de la amenaza de los cocodrilos.
“La unión para el bien común, es un valor que lleva a la victoria”
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